El escabroso caso del vuelo 901 de Air New Zealand
Hace 40 años atrás: Todo parecía estar tentando al destino a hacer su jugada. Un avión de pasajeros DC-10-30 de Air New Zealand con 257 personas entre pasajeros y tripulación y un misterioso cambio de coordenadas a última hora. La versión persistente: el piloto había tenido la culpa, en fin, es la gran historia de unos de las accidentes aéreos más misteriosos y polémicos de todos los tiempos, el del vuelo 901 de Air New Zealand.
Todo esto comienza dos años antes, en 1977, cuando la aerolínea, previo permiso del Real Ministerio de Transportes de Nueva Zelanda, autoriza vuelos turísticos a la Antártida para sobrevolar específicamente el área de la Isla de Ross, justo sobre el humeante volcán conocido como Monte Erebus, con un margen de seguridad de solo 1000 metros de altura, lo cual no solo lo hacía atractivo, sino muy peligroso.
Los primeros pilotos que hacian el vuelo recibían entrenamiento por parte de otros pilotos militares de la Real Fuerza Aerea de Nueva Zelanda, que les enseñaban a reconocer los puntos de referencia y de como manejarse con las coordenadas y la operación de los controladores aéreos estadounidenses que estaban en la base aérea de McMurdo, pero sobre todo, les enseñaban a reconocer un fenómeno peligroso consistente en la pérdida de definición entre el horizonte y la tierra a causa de la blancura de la nieve y de las nubes, fenómeno conocido como blancura total (whiteout en inglés), este sistema sin embargo le costaba mucho dinero a la Air New Zealand, así que a los primeros pilotos que fueron entrenados les encomendaron la tarea de entrenar ahora a la nueva generacion de pilotos que harían ese vuelo turístico. Para esos pilotos, veteranos y novatos por igual, hacer esos vuelos antárticos se consideraban todo un privilegio por que iban a uno de los últimos lugares del mundo, un lugar de nieves perpetuas y primigenias, en donde grandes aventureros dejaron incluso la vida explorando esos confines.
Se usaban los mejores aviones de la aerolínea, los DC-10 serie 30, que iban desocupados por el medio para permitir a los pasajeros el ir y venir hacia las ventanillas de uno y otro lado del avión y asi apreciar y fotografiar esos bellos paisajes nevados, y la Air New Zealand no era la única aerolínea que hacia esos vuelos charter, pues la línea aérea australiana Qantas, al ver el éxito de esos primeros vuelos dispuso que sus aviones Boeing 707 y 747 también fueran a la Antártida, si bien los hacían por otras rutas.
La mañana del 28 de Noviembre de 1979 el avión con matricula ZK-NZP se prepara a recibir a los ansiosos pasajeros que consideraban iba a ser el mejor día de sus vidas. Eran 237 pasajeros de al menos ocho nacionalidades, y 20 tripulantes, entre sobrecargos, el guía y los pilotos.
Irían a los mandos el capitán Jim Collins, piloto avezado pero que nunca habia volado a la Antártida, con 15 años de antigüedad en la aerolínea y con fama de tener ecuanimidad en momentos de tensión, junto a el iba el primer oficial Greg Cassin y como ingeniero de vuelo iba Gordon Brooks, oficial de muchísima experiencia y que ya había volado a la Antártida, el sería una especie de asesor en ese vuelo.
A las 8:21 de la mañana, hora local y con 21 minutos de retraso, la aeronave despega del Aeropuerto Internacional de Auckland, para lo que sería un vuelo redondo, de hecho los boletos decían: de Auckland a Auckland, aunque en el viaje de regreso el avión descendería en Christchurch para recoger pasajeros de vuelo regular.
Cuatro horas después quedaron al alcance de la radio de la estación de McMurdo, los controladores estadounidenses guiarían a partir de allí su vuelo. Collins reporta al control aéreo que tenía un techo muy bajo de nubes y que estaba perdiendo definición del horizonte, sin embargo mencionó que estaba ya cerca del casquete de Ross con rumbo al estrecho de McMurdo. El vuelo seguía su curso.
A las 12:49 hora local de Nueva Zelanda el sistema de aproximación a tierra (GPWS) del DC-10 emite una alarma de que había tierra hacia adelante, en cabina de mandos los pilotos debieron mirarse extrañados, ¿qué significaba aquello? El CVR registraba lo siguiente:
—Ingeniero de vuelo Gordon Brooks: Esto no me gusta nada.
—Capitan Collins: ¿La tienes a la vista? [la pregunta se la hizo a su primer oficial con respecto a la isla].
—Primer oficial Cassin : No…
—Capitan Collins: Estamos a unas 26 millas al norte, tendremos que elevarnos y salir de aquí.
—Peter Mulgrew: ¿Puedes ver la isla?… bien.
—Ingeniero de vuelo Brooks: Está despejado para ir a la derecha, no hay tierras altas.
—Capitan Collins: No… negativo [al parecer no estaba seguro].
—Alerta de terreno suena WOOP WOOP PULL UP, WOOP WOOP PULL UP.
—Ingeniero de vuelo Brooks sorprendido: ¡Quinientos pies señor… cuatroscientos pies!.
—Capitan Collins: Potencia por favor [nótese que no lo pide con urgencia, sino como interpretando que había algún error].
—Alerta de terreno suena WOOP WOOP PULL UP.
Fin de la grabación. El DC-10 se estrelló contra la cara norte del Monte Erebus.
No hubo gritos, no hubo tiempo de rezar, ni dolor, nada, la muerte hizo su trabajo mientras los despreocupados pasajeros bebían champaña a bordo y disfrutaban un gran día.
Al perder contacto con la aeronave los controladores de McMurdo insistieron una y otra vez hasta que les quedó claro que algo le había pasado al vuelo 901, y de inmediato se pusieron en contacto con la cercana base Scott de Nueva Zelanda para informar del incidente, se prepararon partidas de búsqueda y rescate. Un avión Hércules de la Marina de los Estados Unidos hizo un vuelo de reconocimiento en el Monte Erebus y confirmó lo peor. Se dio inicio a las labores de rescate casi 20 horas después de que se perdió contacto radial con el DC-10.
La labor fue muy penosa. En el lugar del impacto habían cuerpos desmembrados, y restos retorcidos del avión. Pudieron hallar la cola casi intacta con el distintivo koru maori aun visible, era el símbolo de la aerolínea. Los rescatistas se esforzaron y al final desistieron, no había supervivientes, entonces se dedicaron a reunir evidencias para esclarecer el hecho.
Gordon Vette, veterano piloto de la Air New Zealand, quién ya había volado esa ruta turística y que era amigo personal de Jim Collins se enteró de un rumor que se corría en el departamento de informática de la aerolínea, en el sentido que la noche anterior a ese vuelo había confusión por las coordenadas con que se alimentaría a la computadora del DC-10. Al parecer, se habían cambiado por la ruta de la primera temporada de 1977 que pasaba justo sobre el cráter del volcán, pero había un detalle, esa ruta de 1977 tenía modificaciones para pasar sobre el Monte Erebus, al modificarse la ruta al año siguiente se corrigió la altitud para mantenerla constante a unos 450 metros teniendo al Monte Erebus a un lado.
En resumen, inexplicablemente una modificación a la ruta se regresó a la de 1977, pero nó le modificaron la altitud, se quedó como si pasara al lado del volcán y se olvidaron de decirselo a Collins.
El testimonio de la viuda de Collins también tuvo mucho peso al mencionar que Jim había hecho anotaciones de su inminente viaje en una libreta y que para familiarizarse con lo que iba a encontrar llevaba un atlas de Nueva Zelanda en donde había mapas de la region de McMurdo, todo eso lo llevaba en el maletín de vuelo que fue hallado intacto, pero tanto la libreta como el atlas «desaparecieron misteriosamente».
La viuda del primer oficial Greg Cassin también fue parte fundamental en las investigaciones al denunciar un extraño robo en su casa. Comentó que el ladrón sólo se llevó documentacion que tenía que ver con el abogado que la representaba. Eran documentos que podían probar que tanto su marido como el capitán Collins fueron deliberadamente desviados. Además denunció una serie de amenazas por parte de la aerolínea en el sentido de que no dijera absolutamente nada sobre el accidente o se atendría a ciertas consecuencias.
Luego de varios alegatos se llega por fin al veredicto final, el juez Thomas Mahon liberó de toda culpa a Collins, Cassin y Brooks, al reconocer que, efectivamente, el error de omisión del departamento de informática de la aerolínea fue fundamental en el accidente, y que el fenómeno de la blancura total fue determinante para que Collins no pudiera ver que de frente tenía al Monte Erebus, reconoció la labor del capitán Gordon Vette y obligó a la aerolínea a pagar los costos del juicio y una multa adicional de 150 míl dólares neozelandeses y lo que siguió fue devastador, Mahon dijo que durante todo el juicio estuvo sometido a «una muy bien orquestada letanía de mentiras» por parte de la aerolínea para encubrir las verdaderas causas del accidente del vuelo 901.
Fuente: http://grandesaccidentesaereos.blogspot.com/2011/04/todo-parecia-estar-tentando-al-destino.html?m=1
Fotos: Créditos a sus autores.